Este poema sale en "La vuelta al mundo en 80 días", momentos antes de rescatar a la princesa Aouda de ser incinerada viva por un ritual hindú. He buscado sobre ese supuesto rey, y parece ser que tan solo se menciona en dicho libro, no sé si fue real o no, da igual, lo que importa es el contenido. Me ha gustado mucho este poema y por eso mismo, he decidido publicarlo. ¡A disfrutar!
Su reluciente cabellera, dividida perfectamente en dos partes, enmarca los armoniosos contornos de sus mejillas delicadas y blancas, frescas y brillantes. Sus cejas de ébano tienen la forma y la fuerza del arco de Kama, dios del amor, y bajo sus largas y sedosas pestañas, en las negras pupilas de sus grandes ojos límpidos, nadan, como en los lagos sagrados del Himalaya, los más puros reflejos de la luz celeste. Finos, iguales y blancos, sus dientes resplandecen entre sus labios sonrientes, como gotas de rocío en el seno entreabierto de una flor de granado. Sus lindas orejitas de curvas simétricas, sus sonrosadas manos, sus piececitos arqueados y tiernos como las yemas del loto, brillan con el resplandor de la más bellas perlas de Ceilán y de lo más hermosos diamantes de Golconda. Su delgada y flexible cintura, que una sola mano podría ceñir, realza las elegantes curvas de sus caderas y la riqueza de su busto, en el que la juventud en flor ostenta sus más perfectos tesoros. Bajo los sedosos pliegues de su túnica, parece estar moldeada en plata pura por la divina mano de Vicvacarma, el inmortal escultor.
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